viernes, 12 de febrero de 2010

Henri Matisse

Descendía de una familia de comerciantes de cereales. Empezó a pintar en 1890, año en que abandona sus estudios de jurisprudencia. En París se inscribe en la Academia Julien y luego en la Academia de Bellas Artes digirida por Moreau, que proponía que no se copiaran las obras de modo mimético. En el Louvre frecuentó a los grandes maestros, e incluso llegó a copiar sus cuadros. Pronto puso en tela de juicio la noción de estricta imitación de la realidad. Matisse apuesta por la esencia y no tanto por la apariencia de realidad fotográfica.
Para él el color es el que da entidad a la pintura, el color puede desempeñar el papel de dibujo, de perspectiva, de sombra de volumen... . Observa que la vida es color y lo plasma en su pintura. La supresión de sombras y su sustitución por colores puros hace que la pintura brille más que nunca. Matisse dibuja con el color y lo distribuye en el espacio de modo que éste quede sugerido sin que se produzcan las deformaciones de la perspectiva.
El arte de Matisse es amable, de gran luminosidad, apacible, pero no por ello ingenuo, sino de gran virtuosismo e inteligencia. Sus ventanas se abren al silencio, y la luminosidad no provoca sombras, ni degradaciones, sino que se mantiene en un estado de plenitud y de serenidad que oculta el esfuerzo realizado. En sus obras vuelca la alegría de la meditación, exenta de inquietudes. Su obra es un resultado de
orden, imaginación, disciplina y libertad.
Propone un arte calmado que reconforte al hombre fatigado, que lo serene. Su espíritu domina sobre la obra. Su arte es un camino hacia la profundidad de sí mismo, llegados a esta meta, descubrimos el silencio.
Matisse trabaja a base de
amplias áreas de color, mostrándose con ello heredero de Gauguin. La pintura se hace presente a través del grumo y del empaste, sentimos la pintura como materia. La mancha plana de color provoca en nosotros un valor plástico y figurativo. Matisse construye sobre el color.




"Armonía en Rojo"
Se representa un comedor donde todos los elementos que forman la pintura se subordinan al color puro e intenso. Predomina el rojo, uno de los preferidos de Matisse, y se puede observar que utiliza el color de forma subjetiva (pelo naranja, copa de árbol blanca, vino amarillo...). El dibujo curvilineo se esquematiza y las formas se simplifican al máximo. No hay volumen. Son espacios planos el espacio olvida la perspectiva totalmente (bidimensionalidad), llegando incluso a que la decoración y el color del mantel y la pared sea igual, hasta confundirse ya que prescinde de las diferencias de tonalidad, de sombras o claroscuro para el interior.
Se pone de manifiesto una característica peculiar de Matisse, que lo diferencia de otros pintores fauvistas, su gusto por la ornamentación que se pone de manifiesto en los arabescos. Esta característica es la que alejará a Matisse de otros pintores fauvistas y la que provocará que el grupo se disgregue.
La obra fue realizada para un coleccionista ruso, y se había realizado originalmente en azul y verde, pero a Matisse no le gustó y lo repintó en rojo.


Opinión personal sobre "Armonía en Rojo":

Por lo visto yo y Matisse tenemos un gusto en común, el color rojo.
Todos los colores están bien elegidos para hacer contraste y resaltar en el rojo. Una cosa que me llama mucho la atención es el uso distinto o cambiado de los colores, por ejemplo, la copa del árbol que debería ser verde, es blanca; las hojas y ramas del mantel y de la pared, que también deberían ser verdes, son moradas... Y de mi punto de vista está muy bien ver cuadros innovadores que no siempre se repite lo mismo.


La información ha sido sacada de:

www.spanisharts.com
www.pincelyburil.blogspot.com

1 comentario:

  1. Me encanta el cuadro de Matisse que has elegido, transmite vitalidad.Entrada correcta.

    Me gusta como estás llevando el blog, Fabiane!

    Actividad TEMA 4: APTA

    ResponderEliminar